Las
cifras indican que la destrucción de bosques llega en nuestro país
a niveles abru madores. Hace 10 años se hablaba de 400.000 hectáreas
anuales. Hoy, los más optimistas se sitúan en 600.000 hectáreas en
tanto que otros consideran que se están destrozando 800.000.
Datos
muy serios afirman que en el término de doce o trece años se habrán
agotado nuestros árboles y será necesario importar toda la madera
de consumo.
Con
las selvas y los montes se habrá extinguido, también una inmensa
variedad de especies animales y vegetales, que constituyen parte
fundamental de nuestro patrimonio natural y del mundo.
Y
con la destrucción de la vegetación, se agotarán también las
aguas y los suelos. En la actualidad cada año sepultamos en el fondo
mar cerca de 500 millones de toneladas de tierra fértil arrastradas
por los torrentes que, sin obstáculos, desmoronan las laderas
provistas de la protección de la vegetación.
Y
los ríos, destruido el equilibrio de sus cuencas, y deteriorados sus
cursos por el exceso de sedimentación, no tienen ya capacidad de
navegación ni de contención de aguas. En consecuencia, cada año
aumentan las miles de hectáreas inundadas con pérdidas
incalculables, tanto en vidas humanas como en recursos materiales.
El
estudio de la dinámica del suelo muestra que sigue un proceso
evolutivo al que son aplicables por completo los conceptos de la
sucesión
ecológica. La formación de un suelo profundo y complejo
requiere, en condiciones naturales, largos períodos de tiempo y el
mínimo de perturbaciones. Donde las circunstancias ambientales son
más favorables, el desarrollo de un suelo a partir de un sustrato
geológico bruto requiere cientos de años, que pueden ser millares
en climas, topografías y litologías menos favorables.
Los
procesos que forman el suelo arrancan con la meteorización
física y química de la roca bruta. Continúa con el primer
establecimiento de una biota, en la que frecuentemente ocupan un
lugar prominente los líquenes,
y el desarrollo de una primera vegetación. El aporte de materia
orgánica pone en marcha la constitución del edafon. Éste está
formado por una comunidad de descomponedores, bacterias y hongos
sobre todo y detritívoros,
como los colémbolos
o los diplópodos,
e incluye también a las raíces de las plantas, con sus micorrizas.
El sistema así formado recicla los nutrientes que circulan por la
cadena
trófica. Los suelos evolucionados, profundos, húmedos y
permeables suelen contar con las lombrices
de tierra, anélidos
oligoguetos comedores de suelo, en su edafón,
lo que a su vez favorece una mejor mezcla de las fracciones orgánica
y mineral y la fertilidad del suelo.
Litosoles:
Se considera un tipo de suelo que aparece en escarpas y
afloramientos rocosos, su espesor es menor a 10 cm y sostiene una
vegetación baja, se conoce también como leptosales que viene del
griego leptos que significa delgado.
Cambisoles:
Son suelos jóvenes con proceso inicial de acumulación de arcilla.
Se divide en vértigos, gleycos, eutrícos y crómicos.
Luvisoles:
Presentan un horizonte de acumulación de arcilla con saturación
superior al 50%.
Acrisoles:
Presentan un marcado horizonte de acumulación de arcilla y bajo
saturación de bases al 50%.
Gleysoles:
Presentan agua en forma permanente o semipermanente con
fluctuaciones de nivel freático en los primeros 50 cm.
Fluvisoles:
Son suelos jóvenes formados por depósitos fluviales, la mayoría
son ricos en calcio.
Rendzina:
Presenta
un horizonte de aproximadamente 50 cm de profundidad. Es un suelo
rico en materia orgánica sobre roca caliza.
Vertisoles:
Son suelos arcillosos de color negro, presentan procesos de
contracción y expansión, se localizan en superficies de poca
pendiente y cercanos escurrimientos superficiales.
Existen
dos clasificaciones para los tipos de suelo, una según su
funcionalidad y otra de acuerdo a sus características físicas.
POR
FUNCIONALIDAD
Suelos
arenosos: No retienen el agua, tienen muy poca materia orgánica
y no son aptos para la agricultura, ya que por eso son tan
coherentes.
Suelos
calizos: Tienen abundancia de sales calcáreas, son de color
blanco, secos y áridos, y no son buenos para la agricultura.
Suelos
humíferos (tierra
negra): Tienen abundante materia orgánica en descomposición,
de color oscuro, retienen bien el agua y son excelentes para el
cultivo.
Suelos
arcillosos: Están formados por granos finos de color
amarillento y retienen el agua formando charcos. Si se mezclan con
humus pueden ser
buenos para cultivar.
Suelos
pedregosos: Formados por rocas de todos los tamaños, no
retienen el agua y no son buenos para el cultivo.
Suelos
mixtos: Tiene características intermedias entre los suelos
arenosos y los suelos arcilloso, es decir, de los dos tipos.
Se
denomina suelo
a la parte superficial de la corteza
terrestre, biológicamente activa, que tiende a desarrollarse en
la superficie de las rocas
emergidas por la influencia de la intemperie y de los seres vivos
(meteorización).
Los
suelos son sistemas complejos donde ocurren una vasta gama de
procesos químicos, físicos y biológicos que se ven reflejados en
la gran variedad de suelos existentes en la tierra.
Son
muchos los procesos que pueden contribuir a crear un suelo
particular, algunos de estos son la deposición eólica,
sedimentación en cursos de agua, meteorización,
y deposición de material orgánico.
De
un modo simplificado puede decirse que las etapas implicadas en la
formación
del suelo son las siguientes:
Instalación
de los seres vivos (microorganismos,
líquenes,
musgos, etc.) sobre
ese sustrato inorgánico. Esta es la fase más significativa, ya que
con sus procesos vitales y metabólicos, continúan la meteorización
de los minerales,
iniciada por mecanismos inorgánicos. Además, los restos vegetales
y animales a través de la fermentación
y la putrefacción
enriquecen ese sustrato.
Mezcla
de todos estos elementos entre sí, y con agua
y aire
intersticiales.
Inicialmente,
se da la alteración de factores físicos y químicos de las rocas,
realizada, fundamentalmente, por la acción geológica del agua y
otros agentes geológicos externos, y posteriormente por la
influencia de los seres vivos, que es fundamental en este proceso de
formación. Se desarrolla así una estructura en niveles
superpuestos, conocida como el perfil de un suelo, y una composición
química y biológica definida. Las características locales de los
sistemas implicados —litología y relieve, clima y biota— y sus
interacciones dan lugar a los diferentes tipos
de suelo.
Los
procesos de alteración mecánica y meteorización química
de las rocas, determinan la formación de un manto de alteración o
eluvión
que, cuando por la acción de los mecanismos de transporte de
laderas, es desplazado de su posición de origen, se denomina
coluvión.
Sobre
los materiales del coluvión, puede desarrollarse lo que comúnmente
se conoce como suelo; el suelo es el resultado de la dinámica
física, química y biológica de los materiales alterados del
coluvión, originándose en su seno una diferenciación vertical en
niveles horizontales u horizontes.
En estos procesos, los de carácter biológico y bioquímico llegan a
adquirir una gran importancia, ya sea por la descomposición de los
productos vegetales y su metabolismo,
por los microorganismos
y los animales zapadores.
El
conjunto de disciplinas que se abocan al estudio del suelo se
engloban en el conjunto denominado Ciencias del Suelo, aunque entre
ellas predomina la edafología
e incluso se usa el adjetivo edáfico para todo lo relativo al suelo.
El estudio del suelo implica el análisis de su mineralogía, su
física, su química y su biología.
La desertificación,
o degradación de recursos en tierras áridas que crea las condiciones para un
desierto, emerge de una serie da acciones interrelacionadas e
interdependientes, generalmente causadas por la sequía combinada con la presión
ejercida por poblaciones humanas y animales. Las sequías son períodos
prolongados sin lluvia en los ciclos climáticos naturales. Los ciclos de
periodos secos y húmedos presentan problemas serios para pastoreo y campesinos
que se arriesgan con estos ciclos. Durante períodos húmedos, el tamaño de los
rebaños aumenta y los cultivos se proyectan hacia áreas mas secas. Mas tarde,
la sequía destruye las actividades humanas que han sido extendidas más allá de
los límites de capacidad de sostenimiento de la región.
El
sobrepastoreo es una practica frecuente en tierras secas y es la actividad
singular que más contribuye a la desertificación. El cultivo en tierra seca se
refiere a la agricultura que depende de la lluvia en regiones semiáridas, donde
el agua es el factor principal que limita la producción de cosechas. Los granos
y los cereales son los cultivos más generalizados. El cultivo en secano es una
práctica peligrosa que sólo puede tener éxito si se adoptan medidas especiales
de conservación tales como el mascullamiento del rastrojo, barbecho en el
verano, cosecha por hileras, y labranza limpia. La desertificación de tierras
secas en América Latina, generalmente puede ser atribuida a la combinación de
mal manejo para explotar la tierra y las fluctuaciones naturales climáticas.
b. Erosión
y sedimentación
La
erosión del suelo y la sedimentación resultante constituyen peligros naturales
importantes que producen pérdidas sociales y económicas de grandes
consecuencias. La erosión ocurre bajo toda condición climática, pero se
considera como un peligro de zona árida porque, junto con la salinización, es
una: importante causa directa de la desertificación. La erosión por el agua o
e) viento ocurre sobre cualquier terreno en pendiente, sea cual fuere su uso.
Los usos de la tierra que aumentan el riesgo de erosión del suelo incluyen el
sobrepastoreo, la quema o explotación de bosques, ciertas prácticas agrícolas,
caminos y senderos, y el desarrollo urbano. La erosión del suelo tiene tres
efectos principales: pérdida de apoyo y nutrientes necesarios para el
crecimiento de las plantas; daños río abajo por los sedimentos generados por la
erosión; y la disminución de la capacidad de almacenamiento de agua debido a
pérdida de terreno y sedimentación de ríos y reservorios, lo cual conduce a una
regulación natural disminuida del flujo de las aguas.
La
sedimentación en ríos y reservorios es frecuentemente la raíz de muchos
problemas en el manejo de agua. El movimiento de sedimentos y su subsiguiente
deposición en reservorios y cuencas de ríos, reduce la vida útil de los
reservorios para el almacenamiento de agua, agrava los danos de las aguas de
inundación, impide la navegación, degrada la calidad del agua, daña los
cultivos y la infraestructura, y causa excesivo desgaste de turbinas y bombas.
c.
Salinización
El agua
salina es común en regiones secas; los suelos derivados de depósitos marinos
químicamente desgastados (tales como pizarra) son frecuentemente salinos.
Generalmente, sin embargo, los suelos salinos han recibido sales transportadas
por el agua desde otras localidades. La salinización más frecuente ocurre en
terrenos irrigados como resultado de un pobre control del agua, y la fuente
primaria de las sales que impactan a los suelos es agua subterránea o de
superficie. Las sales se acumulan por la inundación de tierras bajas, la
evaporación de depresiones que no tienen salida y el aumento del nivel de la
capa freática. La salinización conduce a la disminución de fertilidad de los
suelos e, inclusive, a la pérdida total de la tierra para propósitos agrícolas.
En ciertas instancias, las tierras de cultivo abandonadas por problemas de
salinidad pueden estar sujetas a erosión por acción del agua o del viento y se
convierten en zonas desérticas.
Generalmente,
el agua es utilizada en exceso cuando su costo es bajo. En regiones secas. el
agua subterránea que contiene sales es frecuentemente la principal fuente de
agua. No dar un precio justo al agua que se obtiene de proyectos de irrigación,
puede crear una gran demanda por tales proyectos y conducir al mal uso del agua
disponible, dando lugar a saturación de agua y salinización.
Para
tratar sobre el manejo de peligros, se deben incorporar acciones específicas en
las diversas etapas del estudio de planificación para el desarrollo integrado.
Primero, una evaluación de la existencia y efecto de eventos naturales sobre
los bienes y servicios proporcionados por los recursos naturales en el área del
plan; segundo, los estimados del impacto potencial de eventos naturales sobre
las actividades de desarrollo, y tercero, la inclusión de medidas para reducir
la vulnerabilidad de las actividades propuestas para el desarrollo. En este
marco, las redes de "líneas vitales" deben ser identificadas: los
componentes o segmentos críticos de las instalaciones para la producción, la
infraestructura y los sistemas de apoyo para los asentamientos humanos deben
ser lo menos vulnerables posible y tienen que ser reconocidos como elementos
prioritarios para la rehabilitación después de un desastre.
Los
huracanes son depresiones tropicales que se convienen en tormentas severas, las
cuales se caracterizan por vientos que se desplazan hacia su interior en forma
de un espiral. son generados por el agua oceánica caliente en latitudes bajas y
son particularmente peligrosos debido a su potencial destructivo, su extensa
zona de influencia, generación espontánea y desplazamiento errático. Los
fenómenos asociados con los huracanes son:
- Vientos
que exceden los 64 nudos (74 millas/hr o 118 km/hr), que es la definición de
una fuerza huracanada. Los danos resultan del impacto directo del viento sobre
estructuras físicas o del acarreo de objetos por e) viento.
- Lluvias muy fuertes que generalmente preceden
y continúan después de los huracanes durante muchos días. La cantidad de lluvia
depende de la cantidad de humedad en el aire, la velocidad del movimiento del
huracán, y su magnitud. En tierra, (as fuertes lluvias pueden saturar tos
terrenos y causar inundaciones debido a una excesiva descarga (inundaciones
terrestres); pueden causar deslizamientos de tierra por el mayor peso del agua.